¿"Lost" es un plagio?

Una idea original vale oro en la televisión de siempre, pero más en la de estos tiempos. Sobre esa originalidad se asienta, en buena parte, el tremendo éxito de Lost (AXN, lunes a las 22) en todo el mundo. Y sin embargo... hasta esta serie de culto podría ser un plagio. El productor Anthony Spinner asegura que escribió el guión de Lost en 1977, incluso con el mismo título. La cadena estadounidense ABC le había pagado 30.000 dólares por un episodio piloto, pero el hombre terminó escribiendo la base para una serie entera. Spinner -hoy de 79 años- tenía ya una carrera en Hollywood, como productor de exitosas series como Baretta o Dan August. El hombre sostiene que su proyecto fue rechazado por la ABC en su momento, y también en 1991 y en 1994, y que varios años después apareció Lost -estrenada en los Estados Unidos el 22 de septiembre de 2004- como una réplica exacta de su texto, coproducido por ABC junto a Touchstone Television. Por eso la demanda que presentará por plagio involucra tanto a la cadena como a la productora. En una ocasión anterior el productor intentó llevar a los juzgados el presunto delito pero la denuncia fue desestimada por razones de procedimiento. Para verificar su historia, Spinner ennumeró una serie de similitudes, como la idea del accidente de un avión en una isla tropical, y los pasados oscuros de muchos de los personajes. También, la inclusión de "animales de climas fríos en una cálida jungla tropical" o descripciones exactas de algunos personajes que cambian tan sólo en su identidad. Por ejemplo, y si se adoptaran las bases del piloto de Spinner, el doctor Jack Shephard (Matthew Fox) pasaría a conocerse como el doctor Braeman, "la voz humanitaria para los supervivientes a los que ayuda a quedarse". Por su parte, Kyle sería "el superviviente que sufre una adicción a las drogas" y no Charlie (Dominic Monaghan); Sawyer (Josh Holloway) pasaría a llamarse Butch; y Kate (Evangeline Lily) tendría 'dos identidades', entre otras ligeras modificaciones. Los seguidores de Lost no se asombran. Ellos ya sabían que no se puede creer en nadie.